“Me llamo Jessica y había tomado la píldora. Había llegado a ese periodo de 24 horas y empecé a dudar. No sabía si mi bebé estaba vivo. ¿No está vivo? Así que mi madre rezó y salimos de caza para hacer la ecografía. El tiempo corría y, por suerte, pudieron hacerme la ecografía en treinta minutos. Ver que mi bebé estaba vivo, que tenía latidos y que estaba bien, y que existía la posibilidad de revertirlo, incluso a las diez semanas, fue lo que me hizo cambiar de opinión.”

“Me llamo Alberto, y ella es mi mujer Loretto… En nuestra familia hay una broma porque nos quedamos embarazados con mucha facilidad. Hemos tenido cinco y pensábamos que ya habíamos acabado. Soy un hombre de 44 años y mi esposa tiene 35, y pensamos que eso era todo para nosotros. En algún momento del verano, nos enteramos de que íbamos a tener otro hijo, y utilizamos todas las excusas que pudimos para justificar nuestros actos, que fueron vergonzosos, horribles, y lo peor que se nos ocurrió… y fue abortar. Entreteniéndonos muy poco, tomamos la primera de cinco píldoras abortivas. La primera se supone que detiene la progesterona en tu cuerpo y esencialmente termina el embarazo y las otras expulsan al bebé. Inmediatamente después de tomar la primera píldora y de camino a casa, las dos estábamos confusas. Estábamos disgustados. Estábamos llorando porque nuestro lema en la vida siempre ha sido que estamos trabajando duro para nuestros hijos y queremos mantener a nuestros hijos, sin embargo, estábamos haciendo esta cosa horrible. Así que, al llegar a casa, mi mujer subió, y pude oírla llorar a los treinta minutos de llegar a casa y empecé a buscar en Internet para ver si había algo que pudiéramos hacer para detener este acto vergonzoso que habíamos hecho. Gracias a Dios me topé con un artículo sobre la reversión de las píldoras abortivas. Inmediatamente llamamos al número. Creo que fue con la Dra. Hamza con quien hablamos, y enseguida nos convenció. En veinte o treinta minutos, teníamos una receta en el Walgreens local, y yo corría hacia allí porque en mi mente, en nuestra mente, le habíamos dado veneno a uno de nuestros hijos. Era como si literalmente hubiéramos envenenado a uno de nuestros seis hijos y nos apresuráramos a conseguir el antídoto para salvarles la vida. Así que llegué a Walgreens, y recuerdo que había cinco o seis personas en la cola, y dije “Mire, mi mujer y yo estamos esperando esta píldora porque va a salvar al bebé que esencialmente intentamos matar”. Fue muy amable y nos dio inmediatamente esta píldora, (nos) fuimos a casa. La parte de Dios vino después. El milagro. Lo que es ahora, nos alegra informar, que nuestro hijo está sano y nosotros ¿qué? ¿Ya han pasado tres meses? Después de todo lo que hicimos, el veneno, los malos deseos, Dios prevaleció sobre el hombre y la mujer. Estamos muy agradecidos de estar aquí y de haber encontrado su organización. ¡Va a ser un niño! Un niño pequeño”.